I. Jueves, 6 de Febrero

Confieso que nunca he escrito un diario de verdad. De pequeña tuve uno, rosa con un estampado de flores y su pequeño e inútil candado, al que saludaba de vez en cuando con el típico “Querido diario” y un par de frases, y que enseguida se convirtió en una agenda canónica. Allí anotaba los deberes que tenía que hacer, los planes de futuras fiestas o vacaciones, y un puñado de deseos concretos que nunca se llegaban a cumplir. Al final, como todo lo que no motiva en la vida, decidí abandonarlo en un cajón y empezar a cumplir mis sueños por mí misma. Y, a mis 43 años, en esas estoy.

Hace un par de semanas, mi amiga Silvia (aparecerá mucho por aquí) me entregó este cuaderno en blanco como un regalo de “No-Reyes” en un guiño a Alicia en el País de las Maravillas. Junto a él venía una tarjeta garabateada con su pequeña y apretada letra en la que reproducía una frase del cuento de Lewis Carroll: «La imaginación es la única arma en la guerra contra la realidad»; a la que añadía: “Muéstrate tu muchosidad. Te quiere, Silvia”. Esto es lo que me ha llevado hoy, 6 de febrero, a iniciar este diario: mostrarme la muchosidad que todos llevamos dentro.

Ahora, “Querido diario” te voy a dejar. Hay una colonia de gatos esperando que alguien les de de comer.  

​Vaya, Alicia en el país de las maravillas. Consuela saber que existen personas a las que les gustan estos libros, incluso de mayores. Me hace sentir menos loca. Como dice el Sombrerero «Algunos dicen que para sobrevivir hay que estar loco. Por suerte, yo lo estoy». Y yo también. Menos mal que tengo a Ana, ella me comprende. Supongo que será mi Silvia. ¿Seré yo también la Silvia de alguien? Voy a regalarle un diario. 

Tal vez compre dos.