“Querido Diario”: hoy voy a ir rápido porque tengo mil cosas que hacer.
Dentro de un par de horas vendrá Silvia a pasar un par de días (qué suerte que nuestros turnos rotativos por fin hayan coincidido) y tengo que preparar la cena: una quiche de espinacas y queso, y unas berenjenas rellenas de champiñones y tofu. A lo mejor lo acompañamos con un poco de vino; ya veremos.
En la colonia siguen sin venir los tres desaparecidos -creo que mañana me acercaré a la Protectora a ver si me pueden ayudar-, pero han vuelto los bandoleros: Batman, Judas y Calcetines. Además, en los últimos días, Briguitte no deja de seguirme cada vez más lejos.
Por el resto, bien. Salvo en el “curro” (Ya te contaré).
Bueno, te dejo que voy a llamar a mi padre para felicitarle el día. Que aunque yo pase de estas “fiestas” señaladas, sé que a él le importa. Y además le quiero muchísmo. Tengo mucha suerte de que mi padre esté en mi vida. El de Ana les abandonó cuando su hermano acababa de nacer y nunca más supo de él. Ella tenía tres años y aún hoy parece sentir el dolor de su ausencia. O más bien la rabia, porque es sacar el tema y se pone enferma. Dolor es el de Javi, el chico ese de clase que perdió al suyo en un accidente de coche. ¡Me genera tanta impotencia que todos se metan con él! En el fondo le tienen envidia porque es muy imaginativo. Además sabe un montón de cosas, aunque en clase no sea capaz de participar. Yo creo que es tan introvertido porque es muy sensible. Supongo que lo de su padre tampoco le habrá ayudado. Recuerdo que una vez, en uno de los debates sobre la inmigración, ¿o era sobre la explotación?, no, seguro que era sobre la inmigración por lo de la patera. Él dijo que ninguno de nosotros podía ponerse en la piel de un niño que es empujado a cambiar de vida, meterse en una lancha con un montón de personas más y que, cuando están llegando a la costa, tiene que ver morir a un familiar porque una ola se lo ha llevado. Está claro que haber perdido a su padre le ha marcado. No me quiero imaginar cómo me sentiría yo, o mamá, si a mi padre le pasase algo. A veces no valoramos lo suficiente las cosas que tenemos. Yo, por fortuna, tengo unos padres que se preocupan por mí, que me apoyan en casi todo lo que hago y que siempre me han estimulado para aprender cosas nuevas. Obviamente tienen sus defectos, como todo el mundo, pero siempre están ahí. Y, no sé, me da vergüenza decírselo. Voy a aprovechar la excusa del día del padre para darle un abrazo. Pero solo uno, que si no después se acostumbra.